Esteban Rosas Cuéllar: literato, ensayista y parlamentario cruceño
Un día como hoy, 9 de marzo de 1820, nació Esteban Rosas, gran literato, ensayista y parlamentario cruceño. Por este motivo, a continuación, reproducimos un artículo que rememora su vida y obra. Las negritas son nuestras
Fuente: Hernando Sanabria Fernández, Cruceños notables. Librería Editorial “Juventud”. La Paz, 1991. Pp 146-147.
Hijo del español Esteban de Rosas, venido de España como funcionario de la corona y de María Cuéllar, nació en Santa Cruz el 9 de marzo de 1820, fue alumno del Colegio de Ciencias y Artes hasta graduarse de bachiller en 1840. Pasó a Chuquisaca para cursar la carrera de la abogacía.
Dotado de viva inteligencia y gran afición al estudio, adquirió una sólida cultura. Era, además, según testimonio de quienes le conocieron, hombre de apuesta estampa y trato amable, que despertaba simpatías. En la capital de la República se desempeñó como maestro de primeras letras y en la ciudad natal regentó la cátedra de Filosofía en el Colegio de Ciencias y Letras y, poco después, la de Latinidad.
Convocado el pueblo para elegir representantes el año 1850, Rosas obtuvo en Santa Cruz la más alta cifra de votos, y en esa condición asistió al Congreso reunido en Sucre, a principios del mes de agosto. Militante como era del partido de oposición a Belzu. encaramado en el poder por obra de revolución, se manifestó desde los primeros días de sesión como valiente adversario del gobierno. Manifestó, asimismo, sus dotes de orador que le habían dado nombradía desde sus días de estudiante. Fue uno de los diputados que mayor intervención, y más brillante, tuvieron en aquella memorable legislatura.
Belzu había sufrido un atentado del que salió herido en los primeros días de septiembre de aquel año 50. El consejo de ministros, que asumió en la emergencia el mando de la república, impuso al congreso el dictado de una ley que suspendía las garantías constitucionales, con el fin de perseguir y obtener el castigo a quienes aparecieran comprometidos en el atentado. Dado que las tropelías y los abusos se multiplicaban al amparo de esa ley negativa, al punto de fusilarse por sentencia de un tribunal militar, nada menos que al presidente del senado, un grupo de diputados presentó moción escrita de derogación de aquella ley funesta. Rosas fue el portavoz de la moción y leyó en plena sesión el documento, hecho audaz y temerario en los días que corrían. No sólo eso. En el discurso de ocasión tuvo vehementes palabras de condena al belcismo y sus seides. Moción y discurso produjeron en el seno de la cámara una reacción violenta. El populacho que concurrió a “la barra” se lanzó al hemiciclo y con el representante Rosas, en particular.
Al día siguiente Rosas y sus seis colegas proyectistas eran conducidos con grillos y lazos al destierro en la inhóspita región de Guanay.
René Moreno expresa que Rosas fue una de las mentalidades más vigorosas de su tiempo y que su múltiple saber abarcaba la Filosofía, la Historia y las leyes y aun la botánica. Dizque tenía en su casa una bella como curiosa colección floral.