La Central Indígena de Bajo Paraguá se declaró en estado de emergencia, tras verificar desmontes y quemas que dan paso al fuego descontrolado. Observaron campamentos de avasalladores

Los incendios forestales no dan tregua y el departamento ya lleva tres meses asediado por las llamas que han formado líneas de más de 100 kilómetros. Caciques y comunarios de pueblos indígenas señalan a los avasalladores como causantes de los incendios que dañan los ecosistemas en la Chiquitania y la zona de Guarayos, que son las más afectadas por el fuego.
La Central Indígena de Bajo Paraguá se declaró en estado de emergencia, tras verificar desmontes y quemas que dan paso al fuego descontrolado en el Área Protegida Bajo Paraguá, en San Ignacio de Velasco.
“Mientras los bomberos están apagando los incendios, hay gente que sigue quemando los bosques. Estamos muy dolidos por la situación que estamos viviendo. Prenden fuego donde sea y no saben controlarlo. Siguen quemando los cordones en los asentamientos”, manifestó el presidente del Comité de Gestión de Áreas Protegidas de Bajo Paraguá, Pastor Soliz.
Denunció que hicieron un recorrido, donde observaron la presencia de campamentos de avasalladores que realizan quemas para consolidar asentamientos en esta área. Incluso se encontró maquinaria pesada con la que realizan los desmontes para luego prender fuego a los árboles derribados. Lamentan que se han asentado en un área boscosa y de vida silvestre no apta para la producción agrícola.
Esta área protegida es la puerta de entrada al Parque Nacional Noel Kempff Mercado y el fuego ha consumido miles de hectáreas. Hasta finales de agosto los daños alcanzaban las 120.000 hectáreas, según el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano.
Fuente: El Deber
