Fundación de la misión La Inmaculada Concepción de María (1709)
Un día como hoy, 8 de diciembre de 1709, se fundó el pueblo de Concepción, ubicado en la provincia Ñuflo de Chávez del departamento de Santa Cruz. Por este motivo, a continuación, transcribimos el siguiente fragmento del libro de Bismark Cuéllar, Historia de Santa Cruz, tomo I: periodo prehistórico colonial: desde el origen del hombre hasta el año 1825. 1ª Edición, 2015. Págs. 722-725. Las negritas son nuestras.
Del sueño y voluntad de un hombre de Dios, padre Lucas Caballero, nace esta reducción o misión, convertida hoy en un Patrimonio de la Humanidad, logrado con el trabajo, la perseverancia y el sacrificio de sus habitantes.
Ya hemos resaltado en líneas anteriores, que en el año 1690 se funda el colegio de la Compañía de Jesús de Tarija, dándose inicio a la cruzada de los padres jesuitas, hijos de San Ignacio de Loyola, en el territorio hoy nombrado de Bolivia, con lo que se comienza a escribir una nueva historia. De ese colegio vendría el padre José de Arce a catequizar a los nativos piñocas, donde fundaría la primera misión Jesuita en el año 1691, San Francisco Xavier de los Piñocas. Algunos escritos de los primeros padres jesuitas destinados a la zona indican que la misión o reducción de la Inmaculada Concepción se inició en el año 1699, pero que fracasó debido a la inestabilidad espiritual de los nativos de la región. El primer libro episcopal de bautismos con el nombre de Concepción fue abierto el 8 de agosto de 1699.
A los pocos años, el padre don Lucas Caballero, hombre nacido el 17 de octubre de 1661 en la población de Villamear o Villanueva de la Cueza, poblado de la región de Castilla La Vieja, hoy Palencia, en España, llega a la región sudamericana, siendo inicialmente destinado al área del Paraguay al cuidado de los nativos pampas. Ante la rebeldía de estos, se traslada a la zona del Chaco boliviano donde se hace cargo de la reducción de Nuestra Señora del Guapay. Luego de luchar dos años en el intento de adoctrinar a los nativos chiriguanos, en el año 1702 decide irse a ayudar al padre José de Arce en la misión de San Francisco Xavier de los piñocas, donde se encargaba de reclutar a los nativos de las zonas aledañas y traerlos a la misión. En estas correrías el padre Caballero visitó a los nativos paraxis o puraxis donde fue recibido con muestras de aprecio por unos y de desprecio por otros, principalmente por el jefe de la tribu, pero sucedió que luego de oficiar la Santa Misa, el cielo se llenó de nubes rociando con lluvia el valle y dejando atrás muchos meses de sequía. Los nativos, pensando que esto era producido por el poder del Dios del religioso, se postraron a él y decidieron acompañarle.
A estos se unieron los nativos tubacis con quienes hace planes para visitar a la temible y sanguinaria tribu de los manacicas. Con mucho temor a los manacicas, los nativos decidieron acompañar al religioso hasta las tierras de estos temidos nativos. Al partir, nuevamente llovió lo que alentó los ánimos de los temerosos nativos por el poder de este Dios llegado a sus tierras.
Una vez hubieron arribado a las orillas del río Arabaitú o Zuquibuiqui, descubrieron trampas mortales y miles de flechas venenosas plantadas en el suelo, lo que hizo temer a los compañeros de religioso y a él mismo por la proximidad de los manacicas, como lo escribe él mismo: Confieso que experimenté un natural pavor considerando que yo había de ir delante de todos y romper el primero las furias de los bárbaros y teñir de mi sangre las saetas envenenadas…
Una vez llegados a la ranchería de los manacicas esta se encontraba vacía, ardiendo y con cadáveres desparramados por toda la aldea, aparentemente habían sido atacados dos días antes y les habían destruido la aldea y matado a sus mujeres, hijos y vecinos, salvándose unos pocos. Estos, al ver al misionero y a sus acompañantes, se pusieron en apronte, enviando a sus mujeres e hijos sobrevivientes al monte, mientras los guerreros rodeaban a los intrusos con intenciones de masacrarlos. A través de su intérprete llamado Izú, habló el padre Caballero con tanta paz que influyó en el ánimo de los manacicas quienes se arrodillaron y aceptaron al religioso, haciendo las paces con las tribus que lo acompañaban, con quienes habían sido enemigos de muchos años. Al otro día el padre Caballero bautizó a los niños manacicas y fue testigo y garante de la paz que se selló con otras tribus cercanas, los curucarecás, los zoucas, los sosiacas, los iritucas y los zaacas. Ante la proximidad del invierno, se despide el padre Lucas de los nativos, prometiéndoles regresar en la primavera[1].
Cumpliendo su palabra, el padre Lucas regresaba periódicamente a visitar a sus fieles y a otras tribus de sus alrededores, ganando cada vez más amigos y adeptos. El padre visitador de las reducciones don Juan Bautista de Zea, al ser comunicado por el padre Lucas de los avances logrados con varias tribus más allá de San Xavier de los piñocas, le instruye que ubique un lugar abierto y sano donde fundar una reducción con esos nuevos fieles.
Obedeciendo al visitador y a su deseo de fundar reducción, ubica un lugar a orillas de una gran laguna, en cuyo alrededor se asentaban muchas tribus de diferentes lenguas y aquí construyó una casa donde dio el principio de la reducción de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre de 1709.
Luego de hacer la casa, el religioso visitó a las tribus de los paunapas, unapes y carababas a quienes invitó a ser parte de la reducción, estos accedieron con la condición que se les permitiera consumir su chicha, ya que el agua les producía dolor de estómago, lo que no fue negado por el sacerdote ya que la chicha que consumían no causaba embriaguez, ya que no era fermentada. Posteriormente, se afincaron en la reducción los nativos manacicas.
Llegado el mes de septiembre de 1711, pasadas las aguas y el invierno, el padre Lucas Caballero decide ir a visitar a los puyzocas, a quienes aún no había logrado acercarse siquiera ya que eran muy rebeldes y agresivos. Acompañado de treinta y seis manacicas parte rumbo a las rancherías de los puyzocas. Una vez llegaron al primer rancho son recibidos con falsas muestras de cariño, dándoles frutas, pescados y muchos adornos e invitándolos a pasar a los siguientes ranchos donde los aguardaban los otros nativos.
Al llegar al rancho principal, el cacique los recibe con falsas muestras de amor, separando a los acompañantes del sacerdote en grupos de cuatro personas, haciéndolos entrar a diferentes casas del rancho, donde una vez se hubieron sentado en la mesa para disfrutar los manjares que les ofrecían los traicioneros payzocas, un grupo de mujeres desnudas les arrojaban a la cara unas cintas negras, para luego aparecer en gran número nativos de la tribu y masacrarlos a todos.
Uno de los fieles del padre Lucas logra escapar y viene a dar la voz de alerta al religioso, pero una flecha ya había atravesado el pecho del hombre de Dios y se encontraba arrodillado rezando, entregando su alma al Creador. No satisfechos con el flechazo y la agonía del padre, los payzocas le destrozaron la cabeza con golpes de macanas; corría el día 18 de septiembre de 1711[2]. Luego de este incidente, en el año 1722 el padre Benavente traslada la reducción al lugar que hoy ocupa, a 295 kms., al naciente de la capital cruceña.
Una vez obtenida la independencia, en el año 1825, al año siguiente se hace la división política de la república de Bolivia. En lo que respecta a la población de Concepción, pasa a ser parte de la provincia Chiquitos. Posteriormente, el 15 de julio de 1867, el presidente de la república, Mariano Melgarejo Valencia divide la provincia Chiquitos en dos partes, creando en la parte norte la provincia José Miguel de Velasco, en honor al cuatro veces presidente de la república y hombre nacido en la región.
La nueva provincia Velasco, incluía a los actuales municipios de: San Javier, Guarayos, Concepción, San Miguel, San Ignacio y Santa Ana, con capital San Miguel de Velasco, siendo nombrado como gobernador de la nueva provincia don Pedro José de Urtubei, en reemplazo de Marcelino de la Peña quien era el gobernador de toda la provincia unida.
El 10 de julio de 1831, el científico Alcides D’Orbigny llega a las tierras de los Chiquitos y para ilustrarnos mejor del cómo era la capital del actual municipio de Concepción, tomemos algunas de sus notas: La misión de Concepción, está situada en medio de una meseta redondeada, de cinco leguas de diámetro, cuyas pendientes son más pronunciadas al Nordeste y Sudeste. Con solo verla pude reconocer su superioridad sobre San Javier. La población es mucho más numerosa, alrededor de tres mil almas, y los edificios mejores. La iglesia se distingue en especial por las pinturas góticas que exoran el interior………[3]
El 12 de octubre de 1880, en entonces presidente de la república Narciso Campero Leyes nuevamente modifica la estructura de las provincias, pero mantiene a Concepción como parte de la provincia Velasco con capital San Ignacio de Velasco. Por ley del 16 de septiembre de 1915, el entonces presidente Ismael Montes Gamboa crea la provincia Ñuflo de Chaves, con capital Concepción y bajo su jurisdicción ubica a las siguientes poblaciones: San Javier, Santa Rosa del Palmar, San Pedro, Santa Rosa de la Mina, El Puente, Ascensión de Guarayos, Yotaú, Yaguarú, Urubichá y San Pablo. A la recientemente creada provincia, se le crean dos secciones municipales: la primera con capital Concepción con los cantones: Santa Rosa del Palmar y San Pedro. La segunda sección municipal con capital San Javier con sus cantones: Santa Rosa de la Mina, El Puente, Ascensión de Guarayos, Yotaú, Yaguarú, Urubíchá y San Pablo. El 6 de marzo de 1990, el presidente Jaime Paz Zamora crea la provincia Guarayos separándola de la Ñuflo de Chaves. Al momento de su creación se le asignan tres secciones municipales con capitales: Ascensión de Guarayos, Urubichá y El Puente.
[1] Relación Historial. Citada. Pág. 296-300.
[2] Relación Historial. Citada. Pág. 308.
[3] Viaje a la América Meridional. Citado. Tomo III. Pág. 1270.